En un contexto económico marcado por la inflación, la inversión inmobiliaria continúa siendo una alternativa segura para quienes desean hacer crecer su patrimonio, lo que ha motivado el surgimiento de nuevas alternativas, como la inversión fraccionada, también conocida como crowdfunding inmobiliario, para ampliar la participación en este mercado.“Este negocio se puede realizar de dos formas. Una es la típica en que se constituye una sociedad, la cual es dueña del bien raíz y los inversionistas son accionistas de la sociedad dueña, y así los inversores son dueños de acciones en la sociedad y no directamente del inmueble”, explica Matías Pascuali, director del Centro de Derecho Regulatorio y Empresa de la Universidad del Desarrollo (UDD). La otra forma, agrega, es que la propiedad sea comprada por una comunidad de inversores donde cada uno es dueño de un porcentaje del bien raíz directamente.En el primer caso, la escritura de compraventa la firma el representante de la sociedad y se inscribe a nombre de ésta en el conservador de bienes raíces, mientras que en el caso de la comunidad todos los inversores son inscritos como dueños.De esta manera, acceder a un activo de inversión inmobiliario es más simple, pues entrega la posibilidad de ser dueño de una parte, con una inversión que puede ir desde los $ 200 mil, cuenta Tomás Charles, CEO de Fraccional, startup dedicada al crowdfunding inmobiliario a través del método de sociedades por acciones (SpA).“Hoy las SpA admiten hasta 499 socios, número que podría aumentar con la nueva Ley Fintech, y por lo mismo podemos sumar hasta 498 personas en cada propiedad”, detalla el ejecutivo.Se trata de un modelo de inversión que aún se encuentra en una etapa incipiente en el país, pero cuyo potencial de crecimiento “es enorme”, asegura Cristóbal Asenjo, gerente general de Lares. Esto será así, acota, en la medida que los actores de esta industria cumplan con los estándares de transparencia y responsabilidad con sus inversionistas.Asenjo añade que en esta plataforma, cualquier persona mayor de edad y bancarizada “puede participar comprando acciones de una sociedad por acciones, creada específica y únicamente para el proyecto”.Otro de los elementos que llama la atención de los inversionistas es la posibilidad de salida anticipada de los proyectos que ofrece este modelo de inversión, lo que no impacta al proyecto “de ninguna forma”, asegura Asenjo, ya que, en la práctica, “simplemente implica el reemplazo de un participante por otro”. Cuando eso ocurre, cada inversionista decide libremente a qué precio vende su participación.Rentabilidad y motivaciónEl precio destaca entre los beneficios de este modelo, porque son más bajos en comparación a lo que implica la compra de una propiedad completa. Además, la diversificación permite participar de varias propiedades al mismo tiempo y las rentabilidades “pueden ser bastante atractivas para el nivel de riesgo que suponen”, reconoce Charles, dando como ejemplo el caso de un departamento pequeño, que puede generar alrededor de un 3% anual por arriendo, o algunas propiedades comerciales, que generan hasta 6%.En el caso de Lares, Asenjo detalla que los proyectos pagados durante el año pasado entregaron una rentabilidad anualizada de 16%.Los expertos coinciden en que quienes se interesan por este tipo de inversión son principalmente jóvenes profesionales entre los 25 y 45 años. “Son personas que quieren usar el activo y a la vez aprovechar su eventual plusvalía”, afirma Luis Felipe Ross, socio de Matrix Consulting, quien advierte que algunos de los riesgos de este tipo de inversión son las limitaciones de control sobre las decisiones del activo y las fluctuaciones de valor de la propiedad.“La inversión fraccionada no está exenta de riesgos. La fluctuación del mercado inmobiliario puede afectar tanto el arriendo como el valor de la propiedad”, complementa Rafael Romero, académico de la facultad de Economía y Negocios de la Universidad Alberto Hurtado. A su juicio, aunque los riesgos son bajos, los inversores deben estar preparados para posibles fluctuaciones en el valor de su inversión.Asimismo, en términos legales aún quedan temas pendientes que podrían facilitar aún más el acceso a este tipo de activos, tal como plantea Charles, y abaratar los costos operativos de entregarlos. A sus ojos, proyectos como la Ley Fintech ya consideran varias definiciones en esa línea.