Sin duda la implementación del sistema de finanzas abiertas ha sido un gran desafío para el país, y actualmente la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) está trabajando para la emisión de la normativa que regule el Título III de la llamada Ley Fintech, la que debería estar lista en julio, y marcará un hito en el desarrollo de este nuevo sistema financiero.
Claro que para que todo funcione a la perfección hay un actor que, aunque tras bambalinas, es clave. Se trata de las Interfaces de Programación de Aplicaciones (API, por su sigla en inglés), un mecanismo tecnológico que permite a otros programas interactuar e intercambiar datos en tiempo real.
“Las API son programas estandarizados que simplifican operaciones y permiten intercambiar información entre empresas de manera más eficiente y segura”, explica Luis Llanos, académico de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile.
Por ejemplo, una institución financiera puede utilizar una API para compartir información de cuentas y transacciones con una aplicación móvil, permitiendo que los clientes tengan acceso a sus datos de forma inmediata y sin ingresar a la plataforma web de la entidad.
“Estas interfaces actúan como verdaderos intérpretes entre los diferentes sistemas informáticos. Además, son herramientas esenciales para efectuar órdenes de iniciación de pagos, las que a su vez potencian la eficacia del Sistema de Finanzas Abiertas (SFA)”, explica Carolina Veas, socia de CMS Carey & Allende, experta en fintech, finanzas abiertas y mercados digitales.
Claudia Sotelo, jefa del Centro de Innovación Financiera de la CMF, asegura que estas aplicaciones “facilitan la interoperabilidad entre distintos sistemas y participantes, permitiendo a su vez el desarrollo de servicios financieros que potencien la competencia e inclusión financiera y beneficiando a los usuarios”.
Por ejemplo, una fintech puede utilizar una API para acceder a la información de las transacciones que un cliente tenga en otras instituciones financieras, y usar esos datos para ofrecerle productos personalizados que se adapten a sus necesidades y preferencias.
“Al permitir intercambiar datos más allá de su banco o institución financiera principal, las API abiertas permiten a los consumidores obtener productos y servicios de una gama más amplia de proveedores”, explica el profesor Luis Llanos.
Claudia Sotelo agrega que la Ley Fintech estableció las reglas y principios básicos para la implementación del SFA, a través de interfaces de acceso remoto y automatizado como las API. Asimismo, mandató a la CMF a dictar la normativa que defina los estándares que les serán aplicables, junto a los niveles de disponibilidad y rendimiento que estas interfaces deberán cumplir.
“La definición de estos estándares resulta fundamental porque permite dar certezas respecto a la forma en que se deben realizar los intercambios de información, resguardando así tanto el buen funcionamiento del sistema, como la protección de los clientes financieros”, señala Sotelo.
Carolina Veas explica que la proposición de estos estándares, que abarcan aspectos como la disponibilidad y la velocidad en el procesamiento de transacciones, fue enunciada en la Propuesta Normativa de la CMF que estuvo en consulta pública y cuyo texto definitivo está pronto a publicarse.
“Sin embargo, finalmente, las entidades privadas serán las que deberán determinar el resto de las condiciones operativas de sus API”, añade.
En términos de seguridad, las API se diseñan para intercambiar la información estrictamente necesaria. Además, disponen de esquemas de doble validación y encriptación.
Una API es un conjunto de reglas, protocolos y herramientas que permiten que dos aplicaciones interactúen e intercambien datos en tiempo real.